domingo, 1 de septiembre de 2013

Pornosoft



Sin mostrar flaqueza alguna, avanzas sobre mi y me besas. Un solo beso seco en los labios. Y después me mirás como si hubieras realizado un acto impune y orgulloso te alejás y seguís hablando como si no hubiera pasado nada. Pero nuestros cuerpos empiezan a efervescer.
Inexplicablemente, el segundo beso lo dudás un poco, aunque lo ejecutás con firmeza, y te detenés un poco mas en la amortiguación del impacto, y forzas un poco el último tramo para demostrar que debajo de todo hay dientes, y huesos.
Usas tus manos para tocar mi boca, y mi nuca, y cuando ves que eso me excita, te divertís, y me das mas besos con toda la lengua, sin poner reparo en ningún lugar especial de mi boca, si no, en el intercambio de respiraciones nasales y sonidos ahogados.
Después me tocas el cuerpo y me mirás mucho con tus ojos celestes y tu nariz de emperador y me mirás la boca, y te excitas con esa imagen, la de mi boca en mi cara. Ahí te urge desnudarme y poner tu piel contra la mía, besándome como si me quisieras morder, o saborear.
Parás para mirarme. Tirano. Vas a decidir todo de ahora en mas, porque tenés esos ojos, y esa manera de entender que es lo mejor para mi, aunque ni yo lo sepa.
Cuando estés adentro mío me vas a mirar todo el tiempo, como si grabaras mentalmente cada uno de mis gestos, y después te vas a acordar, y te vas a burlar de mi, pero te va a excitar, como cuando te miro mucho en un lugar público y me decís con las cejas bajas que tenés una erección.
En el momento en que tengo el orgasmo, sentís algo parecido al amor, a una celebración pueblerina de esas que dejan solo excelsas anécdotas y buenos amigos, pero no te apurás porque querés que juguemos un poco mas, y nos riamos de mi escándalo amatorio.
Cuando acabás no me volvés a mirar, hasta que te topás sin querer con mi boca, y una fuerza de gravedad horizontal, te lleva hacia ella.

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