Yo soy tonta para vos, Casanova. Sensible, blandita, que parece que no tuviera huesos.
Yo soy tu Platero, Casanova.
No puedo vivir con la mentira tan ahí, en mis narices.
Llevala de paseo, cuando vayas a hacerte tus trajes a medida, o a perfumarte y almidonarte las camisas de seda italiana.
Te quiero adoptar, Casanova. Llevarte a mi casa, y darte comidas de
madre y nutrirte de mis pechos hinchados de dulzura, que crezcas bien,
sano, en familia, que te dejes querer y que un día me pidas un gatito; y
yo te explique, Casanova, que a las mascotitas hay que cuidarlas mucho,
porque tienen sentimientos; y que vos aprendas la lección.
Te querría mucho, Casanova, pero no se jugar asi, con tanto firulete, y tanta opulencia.
Me desperté, y estaba el mar, rindiéndote tributo, y cantándote
alabanzas. Vos sonreías montado en una bacota anaranjada, y atrás venían
ellas, todas invisibles, tocando instrumentos y recitando versos de
amor, Casanova, versos de amor inspirados en vos.
En el final de escena no se que pasaba, porque yo me quedaba dormida,
mientras olía tu perfume, y te recordaba llegar con el antifaz y la
espada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario